Negocios que funcionan. Más allá del black friday

Llevo unos días que casi ni leo las noticas. Y es que es imposible entrar en ninguna página sin que salgan un montón de ofertas del black friday. He decididio pasar del tema después de haber caído en la trampa de los móviles a 1 €  de la marca BQ. Para conseguirlos, había que registrase previamente en la web, y por supuesto, aceptar que usaran tu correo con fines comerciales.  Ingenuamente pensaba que sería real…hasta que he sido una víctima más del error de la página.

Así que voy a continuar con mi filosofía, la de apoyar a las tiendas pequeñas, por qué no.

Las tiendas pequeñas tienen su encanto. Dan vida al pueblo  y los barrios donde se encuentran. Además, me parece tan grande el esfuerzo que hay que hacer para mantener un negocio que creo que hay que apoyarlo.

Los pequeños negocios tienen un elemento, que bien gestionado, puede convertirse en su seña de identidad o  en su fecha de caducidad:

el trato que ofrecen a sus clientes.

Hace unas semanas a uno de mis hijos se le estropeó la cremallera de una chaqueta, que salvo este detalle, estaba nueva.

-Hay una tienda en el pueblo que hace arreglos y está muy bien- me dijo otra amatxu.

-¡Qué buena idea de negocio!-pensé. Y qué bien me viene.

Decidí llevar la chaqueta. La historia había empezado bien. Necesitaba el servicio, me lo habían recomendado, me pillaba cerca de casa…,  no podía hacer otra cosa que ir.

Cuando llegué  me dio buena sensación: una tienda pequeña,  atendida por una única persona, se le veían trabajos por hacer… Pintaba bien. Le dejo la prenda y me voy.

El detalle que le restó puntos se desencadenó cuando volví a recogerla.

Me acerco con mis dos hijos y como llegamos algo antes de la hora de apertura, aprovecho para darles la merienda tranquilamente. Cuando abre la puerta y viendo que mis hijos  seguían con sus bocatas etc, les digo:

-Esperadme aquí chicos, que salgo en un momento. Entro y sucede el primer error fatal….

-Dejo la puerta abierta-.

– La puerta tiene que estar cerrada- Me espeta ella en mal tono- tengo la calefacción puesta y cojo frío. Acompaña el comentario dándome un pequeño empujón para cerrar la puerta, dejando a mis hijos fuera.

En fin, como pensé que me podían ver desde fuera, y como me daba pena  que le llenaran  la tienda de migas, les digo:

-Vale niños, salgo ahora que me da la chaqueta en un momento.

Me da la chaqueta, le pago y salgo con ella. En ese momento sucede el segundo error fatal…

-La puerta no se cierra según salgo, y  yo  no me doy cuenta-.

Ella se acerca, resopla y la cierra con un pequeño golpe a mi espalda.

-¿Qué pasa?- me dice uno de los niños.

– No sé cariño, creo que la he molestado.

Me fui ciertamente decepcionada. No pude evitar pensar:

 ¡Qué fastidio! No sé si voy a volver. ¿Por qué esta empresaria no ha tenido  en cuenta que además de cambiar bien las cremalleras hace falta algo más?

Esta situación me hizo pensar  en la importancia que los estilos de comunicación tienen en los negocios con mucho trato directo con la gente.

¿Qué es un estilo de comunicación? 

Es la manera habitual en la que una persona tiende a comunicarse. Todos/as utilizamos  elementos  de los tres estilos en algunas situaciones. La dificultad se presenta cuando una persona tiene falta de flexibilidad para modificar su forma o estilo de comunicación, a pesar de las consecuencias negativas que  esto pueda reportarle.

Asertivo:

La persona puede tener en su foco de atención tanto sus intereses particulares como los de la persona con la que se está comunicando. No le resultan incompatibles y puede fácilmente adoptar acuerdos en los que hace respetar sus derechos y los de los demás.

(Por ejemplo la chica de la tienda me podría haber dicho:” dile a los niños que pasen no te preocupes, hace frío y no se van a quedar fuera”) .

Pasivo:

La persona tiene dificultades para hacer valer sus intereses y admite comportamientos y/o actitudes de los demás a pesar de generarle un coste, emocional, o de otro tipo.

(En el ejemplo que os relato, yo tengo un comportamiento pasivo al decirles a los niños que esperen fuera por no molestar a la chica de la tienda)

Agresivo:

La persona que en un momento dado se comunica de forma agresiva, ignora  al otro (sus sentimientos, derechos, opiniones, etc.) con el único objetivo de hacer valer su posición.

(En el ejemplo relatado, el pequeño empujón y  el resoplido serían dos de los componentes no verbales de un comportamiento agresivo).

En cualquier caso y salvo raras excepciones, siempre es mejor comprar en tiendas pequeñas!!

Yolanda Pérez Luna

psicóloga en Bilbao.

pide tu cita en nuestro centro de psicología en Bilbao:

psicolunablog@gmail.com

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Sal de tu zona de confort

Supongo que has oído esa expresión que tanto se usa ahora para motivarnos y para animarnos a realizar un cambio: ¡sal de tu zona de confort!!

Parece que cualquier cosa se puede conseguir si uno olvida sus miedos y  sale de su zona de confort: motivarse, tener éxitos, sentirse mejor, etc. Pero, ¿si hay todo un mundo fuera de la temida comodidad, por qué resulta tan difícil abstraernos de su influencia??

Porque la zona de confort genera seguridad aunque también nos mantiene bloqueados y reduce nuestra felicidad.

Los psicólogos llamamos zona de confort a aquella que recoge nuestra manera habitual de comportarnos, esa que creemos controlar y que consideramos la «normal».

Guardar silencio ante alguien que nos da una mala contestación que nos hace sentir vergüenza, culta y rabia.

Mantenernos en un trabajo o en una relación que no nos llena porque es lo que nos ha tocado y hay que aguantar y resistir.

Continuar en un lugar donde no nos sentimos cómodos ni felices: una casa, una ciudad, un país.

Todo ello conforma nuestro estilo de afrontamiento. Una manera de enfrentarnos a la vida  que nos da seguridad y hace nuestro mundo más  previsible y fácil a pesar de que nos esté generando malestar.

Las personas tendemos a creernos la idea de que ese malestar es controlable y que antes o después va a desaparecer. Pero esto no siempre es así. En ocasiones el malestar aumenta y los efectos de la zona de confort se dejan sentir.

¿qué efectos puede tener en nosotros esa zona de confort?

Desgana, apatía, desmotivación e infelicidad.

-Desesperanza, tristeza, depresión.

-Ansiedad, angustia.

-Enfado, rabia, ira.

-Sensación de motaña rusa: momentos de euforia porque me siento mejor y temporadas insufribles porque siento mucha infelicidad.

¿por qué nos mantenemos en ella?

Son muchos los factores que pueden mantenernos en esta zona de confort:

-temperamento

-miedo al cambio.

-miedo a la crítica de los demás si actúo de otra forma.

Sin ti no hay cambios

Creo que es una afirmación clave cuando hablamos  de modificar algo que nos genera malestar. Pocos avances se pueden realizar en  aspectos tan personales como son  nuestra forma de pensar, sentir y actuar si no tenemos claro que nosotros somos una pieza fundamental.

Tan importante como acudir a un/a  buen/a  profesional que sepa cómo ayudarnos, es cuestionarnos  a nosotros/as mismos/a si merece la pena seguir vistiendo los mismos “hábitos” una vez terminada la sesión  terapéutica.

¿Qué aspectos hay que tener para que nos compense salir de nuestra zona de confort?

Convencimiento.

El malestar generado por una dificultad psicológica no siempre es motor de cambio por sí mismo. Parece un contrasentido pero ciertamente las personas nos sentimos cómodas en la seguridad que  cierto nivel de malestar (una zona de confort que conocemos y creemos controlar) nos ofrece. Ante la alternativa de mejora, hacemos análisis del  coste-beneficio que no siempre nos lleva a la conclusión de que “hay que intentarlo”.

Es necesario estar plenamente convencidos/as de que queremos hacerlo.

Hacer un ejercicio en el que nos imaginemos sin el problema,  puede ser una ayuda para convencernos.

–  Compromiso

La ayuda exterior es buena e incluso imprescindible en muchos casos. Sin embargo, para modificar algo tenemos que hacer un compromiso con nosotros/as mismos que vaya más allá de las meras intenciones.

Constancia

Llegar a lo que somos, nos ha costado años de esfuerzo y dedicación. Cambiarlo, nos requerirá trabajar de continuo para conseguir nuestro objetivo.

Psicóloga en Bilbao

Yolanda Pérez

psicolunablog@gmail.com