Supongo que has oído esa expresión que tanto se usa ahora para motivarnos y para animarnos a realizar un cambio: ¡sal de tu zona de confort!!
Parece que cualquier cosa se puede conseguir si uno olvida sus miedos y sale de su zona de confort: motivarse, tener éxitos, sentirse mejor, etc. Pero, ¿si hay todo un mundo fuera de la temida comodidad, por qué resulta tan difícil abstraernos de su influencia??
Porque la zona de confort genera seguridad aunque también nos mantiene bloqueados y reduce nuestra felicidad.
Los psicólogos llamamos zona de confort a aquella que recoge nuestra manera habitual de comportarnos, esa que creemos controlar y que consideramos la «normal».
–Guardar silencio ante alguien que nos da una mala contestación que nos hace sentir vergüenza, culta y rabia.
–Mantenernos en un trabajo o en una relación que no nos llena porque es lo que nos ha tocado y hay que aguantar y resistir.
–Continuar en un lugar donde no nos sentimos cómodos ni felices: una casa, una ciudad, un país.
Todo ello conforma nuestro estilo de afrontamiento. Una manera de enfrentarnos a la vida que nos da seguridad y hace nuestro mundo más previsible y fácil a pesar de que nos esté generando malestar.
Las personas tendemos a creernos la idea de que ese malestar es controlable y que antes o después va a desaparecer. Pero esto no siempre es así. En ocasiones el malestar aumenta y los efectos de la zona de confort se dejan sentir.
¿qué efectos puede tener en nosotros esa zona de confort?
–Desgana, apatía, desmotivación e infelicidad.
-Desesperanza, tristeza, depresión.
-Ansiedad, angustia.
-Enfado, rabia, ira.
-Sensación de motaña rusa: momentos de euforia porque me siento mejor y temporadas insufribles porque siento mucha infelicidad.
¿por qué nos mantenemos en ella?
Son muchos los factores que pueden mantenernos en esta zona de confort:
-temperamento
-miedo al cambio.
-miedo a la crítica de los demás si actúo de otra forma.
Sin ti no hay cambios
Creo que es una afirmación clave cuando hablamos de modificar algo que nos genera malestar. Pocos avances se pueden realizar en aspectos tan personales como son nuestra forma de pensar, sentir y actuar si no tenemos claro que nosotros somos una pieza fundamental.
Tan importante como acudir a un/a buen/a profesional que sepa cómo ayudarnos, es cuestionarnos a nosotros/as mismos/a si merece la pena seguir vistiendo los mismos “hábitos” una vez terminada la sesión terapéutica.
¿Qué aspectos hay que tener para que nos compense salir de nuestra zona de confort?
–Convencimiento.
El malestar generado por una dificultad psicológica no siempre es motor de cambio por sí mismo. Parece un contrasentido pero ciertamente las personas nos sentimos cómodas en la seguridad que cierto nivel de malestar (una zona de confort que conocemos y creemos controlar) nos ofrece. Ante la alternativa de mejora, hacemos análisis del coste-beneficio que no siempre nos lleva a la conclusión de que “hay que intentarlo”.
Es necesario estar plenamente convencidos/as de que queremos hacerlo.
Hacer un ejercicio en el que nos imaginemos sin el problema, puede ser una ayuda para convencernos.
– Compromiso
La ayuda exterior es buena e incluso imprescindible en muchos casos. Sin embargo, para modificar algo tenemos que hacer un compromiso con nosotros/as mismos que vaya más allá de las meras intenciones.
–Constancia
Llegar a lo que somos, nos ha costado años de esfuerzo y dedicación. Cambiarlo, nos requerirá trabajar de continuo para conseguir nuestro objetivo.
Psicóloga en Bilbao
psicolunablog@gmail.com