Ultimamente ha coincidido que he leído varios artículos sobre el exceso de psicologización de la vida cotidiana. Y en cierta manera, creo que algo de eso puede ocurrir.
Cantidad de comportamientos o maneras de actuar, adaptativas al medio en el que vivimos (que no por eso adeucadas o saludables), pueden ser vistas como algo problemático o incluso patológico.
Esta manera de observar la realidad,nos lleva a crear tratamientos o estrategias de intervención estructuradas para superar estas situaciones patológicas, cuando puede que la solución sea más sencilla.
Hace algunas semanas, leí un artículo que versaba sobre el ¡Trastorno por Déficit de Naturaleza!
Uau!- pensé- ¿Qué es eso?, ¡Suena muy grave!!
Poco después me pasó lo siguiente:
Aburrida ya de poner siempre la misma fruta para merendar: naranja, manzana, pera, plátano…., me quedé mirando unas uvas en el super y me dije: «¿por qué no?, creo que después de pelarlas, quitarles las pepitas… hasta puede que les gusten.
Así que me lancé a la compra.
Les gustaron. Y les sorprendieron. Tanto, que mientras se las comían, me dice la pequeña
- Ama, las uvas ¿cómo se hacen?
-¿Eh?
- Si, qué cómo se hacen las uvas.
-Hija, las uvas no se hacen, crecen en un árbol (bueno,o un arbusto no estoy segura) que se llama parra. Como las naranjas o las manzanas.
-Ah.
¡Qué cosas tiene!-pensé.
Ayer, mientras me ayudaban a limpiar pescado para preparar la cena me preguntan:
-Ama, ¿el pescado viene ya hecho?
-¿Cómo?
-Que si se compra ya hecho. Que si ya nos lo dan hecho el pescado
Bloqueo total ¿Qué quieren preguntar? Al rato, me pareció que su duda estaba relacionada con algo similar a lo que me preguntaron cuando vieron las uvas.
- Pues es que el pescado no se hace en una fábrica. El pescado es un pez. Como Nemo. Crece en el mar, luego lo pescan, lo limpiamos y lo cocinamos para comérnoslo.
Cuando vi que el único ejemplo de pez que me salía era el de Nemo, me di cuenta de que igual era normal que mis hijos no encontraran la relación entre lo que hay en la naturaleza y lo que llega a su plato.
Vaya- pensé- ¿tendrán mis hijos el Trastorno por Déficit de Naturaleza?
En el artículo en cuestión que había leído, explicaba una serie de estudios realizados a propósito del exceso de urbanización de los contextos en los que vivimos y de sus efectos en nuestra capacidad de atender, concentrarnos, memorizar e incluso ¡en nuestro índice de masa corporal!
Lo interesante del artículo y de los estudios realizados es la relación que se establece entre nuestro estilo de vida actual: sedentario, con sobreexposición ( a estímulos de todo tipo sobre todo audiovisuales), tendente al individualismo, etc y determinadas características de la población que no se habían visto con tanta incidencia en otros momentos de la historia:

- alergias infantiles
- asma
- sobre peso
- hiperactividad
- desapego por el cuidado del medio ambiente
- dificultades para relajarse.
- ….
Y la verdad es que terminé el artículo pensando que hay mucho de cierto en todo lo que exponían.
Lo que más me gustó del mismo, es que más allá de centrarse en terapias científico-médicas para paliar las consecuencias de estas consecuencias: a saber, dietas, tratamientos farmacológicos, pruebas y pruebas, establecían estrategias de compensación para esa carencia de naturaleza como una medida preventiva necesaria.
- Contacto con espacios naturales como estrategia para facilitar la reducción del estrés y la sobrecarga de atención que un medio urbano nos genera. (Teoría de la Restauración de la Atención):
-Aprovechando los momentos de ocio y tiempo libre para realizar actividades en la naturaleza.
-Que este tipo de estrategias sean tan importantes en el día a día como el resto de actividades (con los/as niños/as por ejemplo tan importantes como las extraescolares de idiomas, deporte o apoyo académico)
- Inclusión de la naturaleza en nuestro día a día como una manera de facilitar su conocimiento y también como elemento de concienciación y promotor de conductas de cuidado medioambiental.
-Integrando espacios naturales en nuestros hogares y buscando actividades de contacto con la flora y la fauna.
-Buscando la manera de aumentar la presencia de la naturaleza en nuestro hogar y que su cuidado sea en parte también tarea de los/as más pequeños/as.
Por si te interesa el artículo al que hago referencia puedes pinchar (aqui. Tesis Doctoral Silvia Collado Salas)
Yolanda P. Luna
Hola,muy interesante todo esto que tu comentas Yolanda. Lo cierto, es que los niños no pueden decidir por sí solos ya que dependen totalmente de los adultos, sobre todo cuando son muy pequeños: dónde vivir, de lo que ellos les den de comer, actividades a realizar, qué hacer o a dónde ir en los momentos de ocio, del tiempo que los adultos tiene para ellos, etc . Y parece que también, entonces, es tarea de los padres desarrollar la SENSIBILIDAD de los hijos hacia la naturaleza, a las actividades al aire libre, al deporte, a estar en contacto con sus sensaciones corporales sobre «lo que les pide el cuerpo» para poder APRENDER A CUIDARSE (y, por tanto a QUERERSE, a desarrollar un buen PADRE NUTRICIO para sí mismos- en términos del Análisis Transaccional- que les permita potenciar lo que es intuitivamente bueno para ellos y limitar aquello que les puede perjudicar ), por ejemplo: «dosificando» y equilibrando la cantidad de comida que ingieren o su calidad nutricional, la cantidad de estímulos audiovisuales o algo tan importante y fundamental en la infancia como el JUEGO LIBRE y participar en las actividades familiares domésticas y de ocio y si es en la naturaleza mejor que mejor.
Me pregunto: ¿sí pudieran elegir entre jugar a la play y jugar al escondite en un bosque con sus amigos (o en familia) qué elegirían? pero, quizás,…, habría que llevar la play al bosque y competir así en igualdad de condiciones, … . Un saludo. Elisa.
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Buen experimento en los tiempos que corren darles a elegir entre jugar al escondite (o a polis y cacos) en un bosque, o a la play.
No tengo dudas, seguramente les costaría elegir el primero pero superada la pereza inicial, tardarían en volver a coger la dichosa maquinita.
Un saludo
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