Qué complicado es mantener el rendimiento laboral cuando el burnout nos acecha….
¡Por fin viernes!

Hoy no he podido evitar acordarme de una compañera que hace unas semanas me contaba que últimamente «sobrevivía» en el trabajo. Cuando me lo dijo, me relató esa sensación que tenemos cuando, más que ganas de terminar las tareas de hoy, lo que queremos es que llegue el fin de semana, ese puente para el que queda un mes, las vacaciones que hemos pedido en Semana Santa… ¡ y todo parece muy muy lejos!
Algo parecido capté también hace poco, cuando en el marco de una sesión formativa para trabajadores, alguien me preguntaba sobre estrategias para evitar esa sensación de cansancio, saturación y agotamiento psicológico que a veces nos genera el trabajo.
Por alguna razón, esta mañana he unido sin querer los dos recuerdos al darme cuenta de que el fin de semana está aquí ofreciendo a muchas personas que trabajan, la oportunidad de disfrutar de dos días de descanso.
¿Estás quemado en tu trabajo? Seguramente has oído hablar del «burn-out» o síndrome del quemado, que describe de forma detallada, los principales signos y síntomas que experimenta una persona que parece haber llegado a un agotamiento extremos en su puesto de trabajo. Esta situación, es una patología importante, que causa muchos desajustes a todos los niveles tanto a la persona que la sufre, como a su entorno (familia, amigos y empresa en la que trabaja).
Es un cuadro especialmente sufrido por profesionales con una gran exposición al trato con otras personas en su tarea diaria y sobre todo aparece por aquellas personas cuya principal herramienta de trabajo son ellas mismas: profesores, abogados/as, psicólogos/as, recepcionistas y personas que atienden servicios de reclamación, etc.
Me parece muy importante destacar que cuando tu desempeño está condicionado más por habilidades personales (comunicación, empatía, resolución de conflictos, conocimiento y formación) que por métodos técnicos, no se puede olvidar que tú eres tu principal herramienta de trabajo.
¿Te imaginas que un transportista que realiza envíos de una ciudad a otra con su camión, no tuviera siempre a punto su vehículo para evitar sorpresas desagradables? ¡Te parecería una temeridad! Seguro que te parece normal que intente realizar todas las inspecciones pertinentes para cuidar al máximo el mantenimiento de su camión para que le dure lo máximo posible.
¿Por qué si estas al servicio de otros no haces lo propio contigo?
Supongo que sobre este punto, habría mucho de lo que hablar. En cualquier caso, me parece que no está de más recoger algunas estrategias de «higiene mental» que te ayudarán a realizar tu tarea de una forma mucho más saludable y alargarán tu vida profesional manteniéndote motivado, resolutivo y eficiente y sobre todo flexible a los cambios.
De las seis estrategias que te plantearé, hoy te voy a hablar de tres:
- El trabajo no lo es todo:
Sí, es cierto, ¡créetelo! Existe vida más allá de tu trabajo. Pero es algo que hay que crear y mantener, ya que si no le dedicas tiempo, acaba esfumándose: vida social, vida familiar, ocio y tiempo libre, etc.
Una actividad placentera que te ofrezca un círculo de relaciones, facilita la liberación del estrés y el desgaste laboral ya que normalmente en estos espacios te ries, hablas de tus preocupaciones y agobios sin miedo a ser juzgado. En estos espacios tienes la posibilidad de aprender cómo se enfrentan a sus preocupaciones otras personas y esto te puede dar pautas de otras habilidades de resolución.
2. No hacer una montaña de un grano de arena
Directamente relacionado con lo anterior estaría la capacidad de aprender a relativizar algunas de las tareas que realizas o modificar tu «percepción o pensamiento» sobre aspectos concretos de nuestro desempeño laboral (si me equivoco no me lo perdonarán, qué pensarán de mi hoy que no he sabido hacer esta tarea, hoy no tengo ganas de trabajar y eso es imperdonable, etc).
La reestructuración o análisis crítico de las ideas preconcebidas que tienes en relación al trabajo, puede resultarte muy útil para rebajar el nivel de malestar.
3. Atender a las señales: Mira a tu semáforo

Tu cuerpo y tu mente están preparados para decirte si todo funciona correctamente.
si todo va bien y fluye (me cuesta levantarme lo normal, me concentro con facilidad, realizo las tareas sin dificultad),
si existe algo que requiera que rebajes el ritmo y prestes más atención (dolores de cabeza, dolores de estómago, nerviosismo, etc)
o sí por alguna razón tienes que detener la marcha y esperar (llanto, depresión, agotamiento extremo, etc).
Prestar atención a estas señales, te va a permitir ajustar el ritmo y acelerar y reducir la velocidad cuando sea necesario sin generar accidentes.
Yolanda P. Luna
Te mando un fuerte abrazo
ROBER..
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