
¿De qué puede tener miedo un niño o una niña pequeña?
Mi hija pequeña tenía miedo a los elefantes. Le daban miedo sobre todo, esos que, según ella, entran en las casas por las noches.
También le daban un poco de miedo los payasos, éstos, podían aparecer en cualquier momento en sus sueños o en cualquier sitio de la casa.
Tendría unos tres años y era algo que le ocurría únicamente de noche. Normalmente, ella podía pasar casi todo el día sin recordar ninguno de estos temores salvo, si tenía que ir de una habitación a otra ella sola o esperar sola durante unos minutos en algún lugar de la casa.
Sin embargo, estos miedos, sí que la obligaban, o nos obligaban a los demás, a poner en práctica todo un ritual a la hora de acostarse.
El ritual se podía resumir de la siguiente manera:
Después del cuento y de la despedida clásica de besitos y arrumacos, para que pudiera conciliar el sueño más o menos relajadamente era imprescindible: taparle con una manta adicional casi hasta los ojos, prepararle una trinchera de almohadas alrededor de la cama para que no viera ningún hueco oscuro, abrir la persiana lo suficiente para que entrara luz pero… -¡¡No tanto ama!! ¡Que si no no duermo!, dejar la puerta de la sala abierta y hablar lo suficientemente alto para que nos oyera…
La cosa empezó a preocuparnos cuando nos dimos cuenta de que las pautas eran cada vez más numerosas: cada vez necesitaba un beso de más, o una almohada extra, o tener la puerta en una posición determinada… También observamos que no cumplir con alguna de sus exigencias la angustiaba y la alteraba, haciendo que pudiera tardar dos horas en dormirse.
No fue hasta que empezó a necesitar la mano de su hermano para quedarse tranquila durante toda la noche– también acababa despertándose llorando de madrugada porque su hermano se había quedado dormido y le había soltado- que pensamos que había que buscar alguna solución.
Después de pasar por varias fases: comprenderla y hacerle más mimos, castigarla si no se dormía pronto, ignorar su comportamiento…, decidí prestar atención a sus miedos.
Al principio no fue muy fácil porque aunque durante el día no parecían condicionar su buen humor natural, era nombrar alguno de sus temores y le cambiaba la cara.
Finalmente, una tarde jugando a pintar, logré que pusiera en varios folios aquello que tanto miedo le daba. El resultado fue el siguiente……
Según iba pintando, relataba cosas sobre lo que más miedo le daba o sobre sueños que había tenido con sus monstruos particulares.
Cuando pareció que había terminado, le propuse poner los dibujos en la puerta de su habitación con un nota de “STOP”, prohibido elefantes y payasos.
Durante los días siguientes recordamos en algunos momentos los dibujos hechos y para qué estaban en la puerta. A la hora de acostarse, ella misma se recordaba que estaban allí para que no pudieran entrar.
…no ha vuelto a tener miedo de los elefantes y payasos
Yolanda P. Luna
*Esta tarea es una adaptación de muchas de las tareas existentes para trabajar miedos. Puede resultar adecuada para niños/as de una edad similar. Este relato no pretende ser un método diagnóstico ni sirve por sí mismo como tratamiento, ni puede sustituir la labor de un profesional de la salud.
Ojala habría tenido yo ese recurso para ayudar a mis hijas
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Bueno,muchas veces se trata de echarle un poco de imaginación y luego de buscar la actividad con la que el/la niño se exprese facilmente (pintura, música, juego, danza, hablando…)
Gracias por tu aportación
Yolanda
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