A pesar de que no hay un criterio unánime sobre en qué momentos es aconsejable acudir a la consulta de un/a profesional de la psicología, se pueden establecer ciertas señales de alerta que indican cuando necesitamos algo más que desahogarnos con alguien.
- Existe una situación, objetiva o subjetiva, que nos está haciendo sufrir, nos hace sentir mal: tristes, con ansiedad, mucha preocupación,etc.
El malestar es personal. Cada persona tiene sus vivencias y su manera de reaccionar ante ellas. Lo que a una persona le afecta, a otra puede pasarle desapercibido o viceversa.
Si hay algo que a mi me está afectando negativamente, pensar que no me tendría que sentir así, solo hará que me encuentre peor.
- El malestar emocional se mantiene en el tiempo, no es algo pasajero de un día o dos o, se mantiene siempre ante una situación concreta (las relaciones sociales, el desempeño laboral, la relación familiar, con los hijos/as o con la pareja, una actividad concreta como examinarse, conducir, etc).
- Suelo experimentar síntomas relacionados con ese malestar: palpitaciones, somnolencia excesiva, insomnio, falta de apetito, llanto descontrolado, ira, etc.
- Este estado dificulta o entorpece mi día a día (mis relaciones sociales o familiares, mi desempeño formativo o laboral).
- Me puede generar o me ha generado ya problemas para cumplir determinadas normas (al conducir, al relacionarme con los demás, al controlar determinados impulsos…)
Otros aspectos a tener en cuenta
- Acudir a la consulta de un/a psicólogo/a, no significa realizar una terapia que no finalice en años. En la mayoría de las ocasiones, un apoyo de entre seis y diez sesiones puede ser suficiente para que experimentes una gran mejoría.
- El/la profesional se limitará a pedirte información personal relacionada con el malestar que quieres solucionar.
- La relación terapéutica se construye sobre una base de confidencialidad. El/la psicólogo/a te atiende a ti y la información, salvo autorización por tu parte, se quedará en la consulta.
- Acudir a un psicólogo no siempre tiene por qué ser inviable económicamente. Hoy en día existen múltiples recursos públicos o privados que están subvencionados total o parcialmente, que facilitan el acceso de la mayoría de la población a una atención psicológica de calidad.
Yolanda P.Luna